Por lo que nos ha enseñado el psicoanálisis, podemos estudiar cualquier hecho humano a través del entendimiento de lo inconsciente; y la educación es uno de estos hechos. La educación es una de esas disciplinas que en México nos ha dado mucho de qué hablar, por la forma en que el país se dirige pareciera que hay principios que no se aplican como deberían, y como regularmente se menciona en los discursos políticos hay un rezago educativo. Pero ¿a qué se refieren con la frase de ‘rezago educativo’? Pues que la educación no le llega a todos los habitantes, que hay aún miles de analfabetas, que muchos apenas logran alcanzar la primaria o la secundaria y que hay bajos niveles de aprovechamiento con base en las estadísticas que reflejan las evaluaciones de las diferentes materias y ciencias; pero entonces ¿qué es lo que pasa con los mexicanos que entran en estos números? ¿Es realmente una falta de oportunidades? Podríamos responder que a la clase que sustenta el poder le interesa que los mexicanos ‘no piensen’, que sigan sin preparación intelectual alguna, y de esta forma seguir conservando el poder; pero este planteamiento sería demasiado reduccionista, después de una independencia y una revolución debería haber algo más para que sigamos con niveles de educación bajos.
Me hallo entonces una vez más en los terrenos de aquel análisis social que hace Octavio Paz en “el laberinto de la soledad”, esta falta de identidad del mexicano con sus propias raíces, no siendo “ni de aquí, ni de allá”, un mestizo que sigue buscando la aceptación del padre pero ‘odiándolo’ a la vez, y añado: viviendo en un ‘matriarcado’ que le permite todas aquellas cosas que el padre le pudiera prohibir. Hemos comprobado en varias ocasiones que la falta de orden y disciplina distinguen al mexicano, lo notamos en el descuido del gobierno en cuanto a sus funciones (calles con baches, lámparas sin electricidad, aquello que llamamos burocracia, etc.), lo notamos en el desorden social cuando existen eventos masivos, en la inseguridad, en los continuos fracasos que notamos en varias disciplinas, en la misma pobreza y la mendicidad. La corrupción es uno de los mecanismos adaptativos para hacer frente a esa falta de orden, a esa necesidad de alcanzar lo más por lo menos, esa necesidad de seguir rigiéndonos bajo el principio del placer, sin esforzarnos.
La educación también está involucrada en esta dinámica, no es la política educativa, no son los programas, sino lo que influye en gran medida es la visión que los mexicanos tienen de la misma, pareciera una imposición parental más que una oportunidad para aprender y adquirir conocimientos que no se tienen en casa; para muchos niños, la escuela es una obligación, así como para los padres se vuelve una obligación insatisfactoria ir a su trabajo o incluso mantener a sus propios hijos. Entonces, puede existir un juicio acerca del almacenamiento de datos que implica el aprendizaje en la escuela, uno de estos juicios podría ser que esos conocimientos son cosas inservibles que no tienen una utilización práctica, y hay un desdén sobre los contenidos que se enseñan en la escuela. Y con ese mismo menosprecio hacia el conocimiento, también parece que hubiera un menosprecio hacia el desarrollo cultural, científico y emocional del individuo, cosas que son indispensables en la naturaleza del ser humano, son instancias que nos distinguen de los demás animales. Y es entonces que vemos que hay un apego significativo a las conductas placenteras, aquello que está fuera de los confines de lo que llamamos trabajo, esfuerzo, dedicación; y que si bien es inherente al ser humano, también demuestra una fijación y un retraso en la evolución del sujeto. Pero entonces, ¿esa fijación es a partir de una prolongada satisfacción o por un encuentro insatisfactorio causante de angustia? En lo social podría argumentar la respuesta a partir del ‘gran’ significante que representa la madre para el mexicano, y asimismo extendiéndose con el peso específico de la familia; notamos que puede ser generador de culpa, de goces ‘sádico-masoquistas’, de una visión egocéntrica, y de fantasías alrededor de la idealización de un padre omnipotente, cosa que notamos en la necesidad de tener el poder, dinero y de esa visión paternalista que se tiene del gobierno.
En la parte individual, existe una preocupación de los educandos acerca de los conflictos que presenta su propia familia; como bien lo saben aquellos que han estudiado a niños con problemas aunado al fracaso escolar, los niños, adolescentes o jóvenes que tienen dificultades escolares por lo regular presentan conflictos domésticos y eso los hace desatender sus deberes en el aula, se preocupan más por resolver o por imaginar lo que va a pasar o está pasando en casa que por querer desarrollarse como alumnos, individuos o profesionistas.
Con base en esto, el problema educativo está en no aceptar (o reconocer) la dinámica psíquica en cuanto a lo inconsciente, y asimismo en no avanzar en la visión de las posibilidades que se nos presentan a partir del conocimiento, dándole solamente valor a aquello que representa el poder y el goce. Obviamente, querer un cambio ‘macro-social’ es más bien algo utópico, o por lo menos algo que conlleva muchas décadas para que eche raíces, aún así, es importante sembrar la idea y pensar en transmitirla y enriquecerla. Lo más asequible es entender que la efectividad del acto educativo depende de cada persona, me parecen inútiles los discursos que hablan acerca de los proyectos educativos que van a cambiar o revolucionar la educación en México, programas como los de la inclusión del inglés y la computación se quedan cortos si no hay un verdadero interés por parte de los ciudadanos por aprenderlos, podemos apreciar que muchos niños aprenden más acerca de la computadora en casa que en la escuela, cosa que se relaciona con ese aprendizaje significativo. Hay que tener entonces un interés por darle relevancia a la salud mental de las familias, por seguir abriendo espacios a la cultura y a la ciencia, por inculcar la noción de utilidad al conocimiento; y en cuanto a la psicología se refiere, seguir validando la importancia de lo inconsciente en nuestros actos, así como sumar la visión de los diferentes enfoques para la atención de los educandos.
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