domingo, 13 de marzo de 2011

EL ACTO DE TIRAR Y LA BASURA

En varias ciudades de México se puede notar que el problema de la contaminación por basura es una situación de interés primordial para las autoridades y la comunidad misma, cada vez hay mas desechos, los cuales podrían ser parte del consumo ‘normal’ por parte de la población con base en sus hábitos, pero además, hay personas que tiran basura en la calle, la desechan sin considerar que las banquetas y las vialidades se vuelven menos funcionales para su uso, además de contaminar el ambiente. Entonces, se podría plantear la pregunta sobre qué sucede en la dinámica psíquica de aquellos individuos que arrojan desechos de manera irresponsable y continuamente en la vía pública generando un problema comunitario.

         Una vez más el inicio de las explicaciones psicológicas se sitúan en la primera infancia, en aquella etapa donde los bebés empiezan a interactuar con el mundo y son regidos por el principio del placer, donde todo aquello que es placentero lo incorporan y aquello que les es insatisfactorio lo desechan, lo ‘escupen’, cosa misma que es la base del mecanismo de proyección. Este proceso queda impreso en la estructura psíquica mientras el individuo sigue madurando física y psicológicamente; en la etapa anal, el acto de retención y expulsión le puede dejar al niño una fijación sobre estas dos funciones asociadas sin duda a un placer sexual inconsciente. Para la etapa fálica y la resolución del Edipo el pequeño ya habrá empezado a tener hábitos que son propios de las etapas anteriores y que pueden permanecer duraderamente si son reforzados por la ‘ganancia secundaria’ de su conducta con base en los simbolismos que surgen de la dinámica familiar, y también si no existen los parámetros educativos que regulen las conductas anárquicas y disfuncionales.

         En las etapas infantiles, la madre tiene una gran responsabilidad sobre las conductas del niño, sobre todo porque pasan más tiempo con ellos además de la liga de amor ‘edípico’ que existe, este último factor es determinante, ya que si el niño no tiene una represión efectiva sobre ese afecto edípico que tiene sobre su madre seguirá ‘gozando’ del poder y los derechos con que se cree, y se le dificultará más ese ingreso a las regulaciones de la ley y su cultura que el padre puede proveerle. En este sentido las referencias primarias que son el padre y la madre son el primer ejemplo a seguir para la identificación que va dándole forma a la personalidad, y si estas figuras son a la vez personas descuidadas, desordenadas e irresponsables el niño seguirá ese camino. Estas características citadas se relacionan igualmente con el principio del placer, donde no hay un compromiso con el medio que le rodea, el principio de realidad pasa a un término secundario, el individuo sigue disfrutando de la dependencia a “un otro” (que podría ser la madre) sin notar o hacer consciente su responsabilidad, quedándose al nivel del niño que sabe de los efectos que su conducta tiene sobre el ambiente, pero que al mismo tiempo es ‘inconsciente’ de las repercusiones ex post facto; esto tiene que ver con el significado que se le da a un desecho ligado al significante de lo desagradable (propio de la etapa oral) y de lo que no sirve pero que a su vez es placentero (de la etapa anal), entonces, ese desecho puede concebirse como una ‘carga’ que hay que tirar en el momento que estorbe, no importando el lugar que fuese.

         Por otro lado, la calle o un área pública que sirven de basurero también obedecerían a un significante en aquel sujeto que desecha basura en ellas; ya se había comentado que el padre es aquel que tiene la función de introducir al niño en la cultura y de inscribirlo en una sociedad, por lo que si el padre no lleva a cabo esta función es difícil que el individuo se sienta como parte de la misma, y por lo tanto, es ajena, un ‘lugar de nadie’ cuyos espacios no pertenecen al sistema personal. La calle es el depositario de lo que estorba, de lo que ‘ya no sirve’, de lo que ya no se quiere llevar consigo, y al ser la misma algo tan ‘fuera’ de sí (tan ajeno), funciona como un recolector  de desechos.

         Asimismo se puede considerar una parte sádica, puesto que hay personas que tirando algo en un espacio público o privado (ajeno de sí y perteneciente a alguien más) les genera cierto placer al tener una referencia del enojo o del descontento del afectado, esto encierra una clara (y consciente) intención de dañar o perjudicar a un tercero tal y como sucede también con los “grafiteros” siendo este caso parte de un tipo de sublimación de especial connotación debido a que hay una combinación de una expresión pseudo-artística que lo atañe a la cultura, pero que va contra los valores de la misma al trasgredir los intereses de otro en cuanto a la propiedad privada. En este sentido se nota claramente que las pulsiones tienen una satisfacción por varias vías, en una sola actividad pueden fusionarse 2 o más metas. Regresando a aquellos que alcanzan una satisfacción por medio del ‘desafío’ inconsciente de tirar basura en un lugar que saben es ajeno y/o prohibido, la meta sádica está en relación con ese Otro que refleja un tipo de autoridad o simplemente alguien con el cual se podrían confrontar (otro diferente); las referencias más próximas son los padres, como aquellas entidades coercitivas y con las cuales no se alcanzó una identificación positiva o deseable, por lo que, en un momento de la primera infancia, 3 o 4 años, se hubo experimentado un placer específico sobre una acción que representó la transgresión de una restricción parental y que además generó el disgusto de alguno de los progenitores o tutores, esa situación pudo ser viable a encadenarse con otro hecho igualmente placentero como lo pudo ser un sadismo oral (en el pasado) como morder el pezón de la madre generándole dolor a la misma, o causar algún otro tipo de dolor en alguien más y que en su acción haya generado placer. Los casos más notables son aquellos que tiran basura hacia dentro de una casa, en la batea de una camioneta, o en un lugar donde exista algún letrero prohibiendo el desecho de basura.

         Un tipo de acciones comunitarias que se han visto últimamente son aquellas en donde las personas dejan sus desechos ‘de la semana’ en esquinas, postes, terrenos baldíos, o algún otro tipo de lugar común en la colonia para que el carro de la basura los recoja. Este es un hecho cotidiano en ciudades como Puebla, donde el carro recolector pasa cada tercer día, y es una práctica aceptada por los habitantes; pero en Oaxaca donde se tiene el hábito de esperar el carro y tirar los desechos directamente al mismo, cuando la oficina de limpia tiene problemas y no cumple con su servicio, las personas salen a dejar sus desechos a las calles, juntándolos y haciendo un montón de basura que se agranda día a día hasta que el carro recolector pase. Esta situación también se relaciona con la idea de un “castigo” hacia las autoridades; esta necesidad de rebelarse contra las figuras de autoridad viene a partir de una identificación defectuosa, que si bien en una república ‘democrática’ es viable que los ciudadanos exijan y se manifiesten contra sus gobernantes, qué pasa cuando éstos que surgen de la misma cultura y son los propios vecinos los que no prestan atención a las necesidades de su pueblo; luego entonces pareciera no existir una empatía de aquellos que se vuelven responsables del gobierno con las necesidades de sus congéneres, llevando a cabo una omisión que, haciendo un análisis superficial estaría del lado de las necesidades personales que pasan encima de los compromisos sociales asumidos con el cargo, y esto conllevaría la idea de la pobre identidad que tienen muchos oaxaqueños y mexicanos con su propia tierra, este análisis lo hace Octavio Paz en su libro “El laberinto de la soledad”.

         Finalmente, en una gran cantidad de habitantes no hay una conciencia social, como se mencionó líneas arriba no existe una identificación con su ciudad de residencia siendo ajena a sus problemas, y por otro lado, se podría también suponer que un porcentaje de estas personas igualmente descuidan de su casa, de los que los rodean y de sí mismos; yéndonos entonces a esa configuración del mantenimiento psíquico del principio del placer sobre el principio de realidad, existiendo esa fijación infantil donde no se hacía caso de sí mismo esperando recibir ‘todo’ de los demás sin proporcionar nada a cambio.

         Dos cosas últimas que se pueden tratar en este escrito, la flojera y la suciedad. En cuanto a la flojera regresamos al hecho del principio de placer, hay una deficiente ligazón libidinal con satisfacciones sublimadas y del orden del trabajo y de la identificación con una figura adulta que preste atención a la productividad y la funcionalidad. De igual manera puede existir una represión intensa que le conlleve al individuo un gasto de energía psíquica considerable, lo que lo hace sentirse agotado, tenso, ansioso o incluso enfermo físicamente. En cuanto a la suciedad se refiere, tal como se refirió anteriormente es viable pensar en una fijación anal y una sublimación de la satisfacción sexual de la expulsión; se podría pensar igualmente que existe esa confrontación contra los mandatos parentales de limpieza, obteniendo una gratificación en eso. La basura y la suciedad en las calles reflejan la dinámica psíquica de nuestra cultura, la pobreza en la organización de los pueblos y la poca pertenencia que tenemos los ciudadanos de nuestro país unos con otros (incluyendo los mexicanos que ‘gobiernan’, los mexicanos gobernados y los ‘ingobernables’).
 

4 comentarios:

  1. Oigan, que buen ensayo, me gustaría usarlo para mi trabajo, pero ¿Quien o quienes son los autores?

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  2. Qué hay detrás de la persona que siempre está al pendiente del carro de la basura? Que la bolsa ni siquiera está a la mitad y corre a tirarla? Es la simple razón de no querer tener basura

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  3. por que alas personas les guata tirar la basura en las avenidas

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  4. En las etapas infantiles, la madre tiene una gran responsabilidad sobre las conductas del niño, elcentroamericano.net/biografia-de-min-kyung-hoon/

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