La evolución del hombre y su cultura se presenta a partir de los cambios sociales, económicos, políticos y mediáticos. En nuestra cultura occidental, hay dos aspectos muy importantes que parecen dirigir la vida de los hombres, el dinero y el poder. Aunque esta situación se ha venido dando en muchas culturas a lo largo de la historia, lo que nos hace pensar que el valor que le concede el hombre a estos dos significantes es muy alto. El poder en sí es la vuelta a la omnipotencia que el niño pequeño tenía cuando era atendido por su madre y gozaba de privilegios importantes, esto se relaciona desde luego con el narcisismo y las satisfacciones orales concomitantes; el dinero por otra parte va tomando un significado muy importante en cuanto a que le ayuda al individuo a conseguir ciertas satisfacciones que no son fácilmente asequibles para el mismo, cabe entonces en el orden del ‘Deseo’, un deseo que empuja como pulsión, la cual como se sabe es inagotable. Entonces, poder y dinero se funden con los impulsos más arraigados del hombre, con aquello que lo liga con el principio del placer, y eso es un factor inseparable de la naturaleza humana, solamente domeñable por medio de la cultura.
En el presente, los medios de comunicación son una prioridad para la economía de las sociedades, y también llegan a ser una referencia para el establecimiento de tendencias sociales, las cuales se van estableciendo progresivamente hasta situarse como ‘objetos’ de identificación que le pueden brindar a los sujetos una satisfacción del orden del narcisismo o bien pueden ser reaseguradores contra la angustia. Para que estas tendencias puedan situarse de una manera efectiva, se muestran a través de personajes que aparecen como ideales sociales, en cuanto a belleza, fuerza, astucia, inteligencia, simpatía, poder, erotismo o incluso hasta con características agresivas o perversas; y son con estos personajes con los que muchas personas quieren identificarse para gozar y participar de cierta forma de esos atributos que ven en el Otro. En el caso del adolescente o el infante, las identificaciones tienen una participación en la construcción de ciertos rasgos de personalidad o de la elaboración de ciertas fantasías que pueden integrarse al repertorio conductual que puede tener una duración variable, aunque si éstas se funden con conflictos afectivos o pulsionales pueden tomar cierta fuerza que le podría provocar después algunos problemas al sujeto.
Ahora, con respecto al establecimiento de modas, éstas pueden tomar participación en los pueblos a partir de qué tan atractivas puedan ser para la idiosincrasia del mismo, cosa dependiente también de la cultura, pero también hay tendencias que son globales y se comparten en varios países, tales como modas en la vestimenta, en algunos pasatiempos, en la música. En general, la adquisición de estas modas son parte de aquello que ya se comentó al principio de este ensayo, y se añade además la necesidad de pertenecer y de sentirse identificado con un grupo, cosa que le puede brindar al individuo un estatus, pero además de eso pareciera que muchas modas están matizadas de varios significantes que se asocian directamente a ‘imágenes’ inconscientes que le son de una relevancia significativa al sujeto, y es ahí donde se abre la pregunta de ¿por qué un sujeto escoge una moda y otro otra? Cada cual se adueña de aquello que siente que le pertenece, y si es algo que en un principio no le es suyo, lo toma para incorporarlo a sí mismo ya que de alguna manera lo necesita, no porque necesariamente le falte sino porque lo alimenta, lo desea.
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