lunes, 27 de junio de 2011

CULTURA, APRENDIZAJE Y PSICOANALISIS

El aprendizaje ha sido objeto de estudio por mucho tiempo, diferentes teorías han explicado la forma en la que un individuo aprende o han descrito varios procesos por los cuales se interiorizan las experiencias para hacer uso de ese conocimiento adquirido en cualquier momento. Pero cuando se echa un vistazo al aprovechamiento escolar en nuestro contexto mexicano, podemos notar que hay ciertas deficiencias en el aprendizaje de contenidos de los alumnos de escuelas básicas, medio superiores y superiores; esto aunado a los niveles de deserción escolar, número de analfabetas o el grado de estudio promedio que posee el ciudadano mexicano.
         Si bien se sabe que como seres humanos poseeríamos las mismas cualidades mentales que cualquier otro habitante del mundo, nos podríamos preguntar acerca del factor que incide directamente en las circunstancias educativas de los mexicanos. La primera respuesta la podríamos encontrar en la organización social, y en la constitución histórica de nuestra población. Hace apenas 500 años, existían las culturas prehispánicas con sus propias formas de organización social y desarrollo ajustado a sus propios tiempos de evolución como cultura, vemos en los mexicas una distinción del espacio educativo para personas de distintas clases, así como el desarrollo científico de los mayas; incluso hoy, por ejemplo, hay estudios que destacan los cálculos mayas en astronomía
         Pero a partir de la conquista, la población autóctona que se encontraba en lo que hoy es el territorio mexicano, fue relegándose y siendo menospreciada, así como su organización social que fue desapareciendo a partir de la misma imposición de la cultura española. Aparece a la vez la distinción de clases, que es el ‘gran’ evento en cuanto a la influencia en la organización social que se empezó a desarrollar en el territorio y que podemos apreciar que aún existe en nuestros días. El hecho que exista una diferenciación ‘violenta’ de clases, obliga a que no exista una identificación del individuo indígena o aún mestizo con aquellos sujetos ‘blancos’ o ‘ricos’ que sustentan el poder y son la punta de la pirámide social y que además determinan las políticas públicas del país (provincia), siendo la educación una parte de ellas.
         El primer adoctrinamiento del español sobre el habitante mesoamericano fue una imposición más que una oportunidad para conocer, conforme pasó el tiempo y se fue infiltrando la cultura occidental en el tuétano del Novo-hispano, la aceptación de los preceptos educativos fue viéndose como una posibilidad para trascender, mas sin embargo, aún existía un grueso de la población que estaba muy lejos de ostentar un bienestar junto a los nuevos dueños de las tierras y las formas de pensar.
         Aunado a la ambivalencia afectiva que existía por el ‘padre’ español, el individuo empobrecido por las formas económicas que se impusieron en los nuevos centros de población batallaba por adaptarse, siendo esta adaptación un conflicto psicológico puesto que no acababa por aceptar del todo las nuevas disposiciones y quería a la vez rescatar hasta donde se pudiese lo que sus más lejanos ancestros le heredaron alguna vez. Esta situación, es una fuente de motivación para las guerras que se nombraron como ‘independencia’ y ‘revolución’; y la clase ‘popular’ siguió siendo la misma clase que ocupaba la posición más precaria de esa pirámide social mencionada anteriormente, y vemos que hasta nuestros días aún persiste.
         Entonces, de esto se puede hacer la lectura que la educación no es el principal objetivo del sujeto mexicano debido a que históricamente no ha tenido una completa identificación con los sujetos que representan la autoridad y que ofrecen el servicio. Es muy importante puesto que luego entonces, existe una oposición por someterse a las reglas o a las demandas que un gobierno (que a la vez es una figura de autoridad) dicta, y esta figura de autoridad pasa también como significante del padre, ese padre descompuesto que nunca pudo situarse como alguien por completo amado una vez que se instituyó a la fuerza (aquel sujeto español), y es entonces que la madre pasa a ser una representante de gran valía, y una de ellas para la cultura mexicana fue y sigue siendo para muchos la virgen de Guadalupe, quien salvaguardó a Juan Diego, el indígena mexicano por excelencia. En nuestra cultura, la madre siempre será bienhechora, amorosa, condescendiente y abnegada, de la cual los mexicanos han sabido aprovecharse a cambio de un poco de sometimiento que se acerca al fantasma edípico que Freud describió.
         En este tenor religioso, la virgen es aquella que hace los milagros, quien ayuda y protege, mientras que los padres (sacerdotes) son quienes evangelizan, quienes mandan la penitencia, quienes catequizan y son una autoridad muchas veces poco flexible y a quien hay que darle el diezmo para estar en paz con Dios; pero las personas como agentes de perversión tratan de pasar por encima de esta figura autoritaria y gozar lo máximo que se pueda con el favor de la virgen, sólo para caer en alguna ocasión por motivo de la culpa en la confesión, tal como puede ser también el diván en la consulta del analista.
         Por otra parte, el aprendizaje tiene que ver con el deseo, aunque podría alejarse del principio del placer lo que nos lleva directamente a lo inconsciente. Sabemos que una gran parte de procesos mentales devienen del inconsciente, la atención de las percepciones presentes es sólo aquella parte que el Yo ha sabido utilizar a lo largo del tiempo por la necesidad de adaptarse a las circunstancias actuales. Aquellas cosas que se enganchan con las circunstancias que son apreciables para el sujeto son mayormente valoradas y por ende interiorizadas por el mismo, de ahí que se explica el ‘aprendizaje significativo’.
         El niño será un tanto más influenciable a nuevas experiencias y se prestará de mejor forma a aprender nuevos contenidos a partir de los vínculos que tenga con el medio, el desarrollo del Yo será primordial en este sentido, ya que si va estructurándose a partir de los preceptos que los padres le inculcan al niño a partir de la lógica y de la adecuación de las satisfacciones pulsionales con base en los diferentes contextos en los que el niño crece, éste tendería a circunscribir su atención de mejor forma a los diferentes estímulos que un ambiente escolar le proveería, puesto que no tendría necesidad de satisfacer en la escuela necesidades o impulsos reprimidos en casa, y prestaría mejor atención a las demandas educativas de sus maestros. A esto es importante sumar los afectos que el niño desarrolla, en muchas ocasiones afectos con un carácter positivo en cuanto al ánimo del individuo como el amor o la felicidad que a su vez conllevan una satisfacción personal adecuada a un autoconcepto favorable de sí, fomentan la motivación para encarar los contenidos de las materias, esto también se anuda a los ideales que el niño tiene a partir de sus padres, familia extensa, contexto cultural, amigos o referentes como algunos ídolos que ven en la televisión o algún otro medio de comunicación; por lo contrario, los afectos que tienen un carácter negativo en cuanto a la productividad que el niño puede tener en su funcionamiento cotidiano, tal como el enojo, ira, tristeza, miedo o vergüenza, éstos son nocivos para el aprendizaje; pueden deberse a fuertes represiones de las pulsiones, contenidas e insatisfechas por coerciones parentales violentas o irracionales que no sirven para un vínculo adecuado entre padres e hijos, y, por desplazamiento, las figuras de autoridad en general también se vuelven causa de rechazo no siendo nada provechoso para los docentes el trato con estos niños, además que éstos están más preocupados y ocupados por satisfacer sus impulsos reprimidos mediante la conducta caótica, la agresión, la consecución de placer por encima del principio de realidad o la desatención (distracción) generada por fantasías (ensoñaciones) continuas en donde pueden lograr aquello que no se les ha permitido.
         Lo que se ha presentado aquí son elementos inconscientes que influyen en la motivación a aprender, muchas veces no es el hecho de la capacidad intelectual, los programas, las técnicas pedagógicas utilizadas o incluso la pobreza, sino circunstancias que fluyen “secretamente” en cada sujeto que a su vez está inmerso en una sociedad (y cultura) que en ciertos estratos no se valora la educación sino otras fuentes de satisfacción narcisista como el dinero, el poder o la simple ganancia de placer.

miércoles, 8 de junio de 2011

FUNDAMENTOS PSICOLOGICOS DE LAS TENDENCIAS CULTURALES

La evolución del hombre y su cultura se presenta a partir de los cambios sociales, económicos, políticos y mediáticos. En nuestra cultura occidental, hay dos aspectos muy importantes que parecen dirigir la vida de los hombres, el dinero y el poder. Aunque esta situación se ha venido dando en muchas culturas a lo largo de la historia, lo que nos hace pensar que el valor que le concede el hombre a estos dos significantes es muy alto. El poder en sí es la vuelta a la omnipotencia que el niño pequeño tenía cuando era atendido por su madre y gozaba de privilegios importantes, esto se relaciona desde luego con el narcisismo y las satisfacciones orales concomitantes; el dinero por otra parte va tomando un significado muy importante en cuanto a que le ayuda al individuo a conseguir ciertas satisfacciones que no son fácilmente asequibles para el mismo, cabe entonces en el orden del ‘Deseo’, un deseo que empuja como pulsión, la cual como se sabe es inagotable. Entonces, poder y dinero se funden con los impulsos más arraigados del hombre, con aquello que lo liga con el principio del placer, y eso es un factor inseparable de la naturaleza humana, solamente domeñable por medio de la cultura.
         En el presente, los medios de comunicación son una prioridad para la economía de las sociedades, y también llegan a ser una referencia para el establecimiento de tendencias sociales, las cuales se van estableciendo progresivamente hasta situarse como ‘objetos’ de identificación que le pueden brindar a los sujetos una satisfacción del orden del narcisismo o bien pueden ser reaseguradores contra la angustia. Para que estas tendencias puedan situarse de una manera efectiva, se muestran a través de personajes que aparecen como ideales sociales, en cuanto a belleza, fuerza, astucia, inteligencia, simpatía, poder, erotismo o incluso hasta con características agresivas o perversas; y son con estos personajes con los que muchas personas quieren identificarse para gozar y participar de cierta forma de esos atributos que ven en el Otro. En el caso del adolescente o el infante, las identificaciones tienen una participación en la construcción de ciertos rasgos de personalidad o de la elaboración de ciertas fantasías que pueden integrarse al repertorio conductual que puede tener una duración variable, aunque si éstas se funden con conflictos afectivos o pulsionales pueden tomar cierta fuerza que le podría provocar después algunos problemas al sujeto.
         Ahora, con respecto al establecimiento de modas, éstas pueden tomar participación en los pueblos a partir de qué tan atractivas puedan ser para la idiosincrasia del mismo, cosa dependiente  también de la cultura, pero también hay tendencias que son globales y se comparten en varios países, tales como modas en la vestimenta, en algunos pasatiempos, en la música. En general, la adquisición de estas modas son parte de aquello que ya se comentó al principio de este ensayo, y se añade además la necesidad de pertenecer y de sentirse identificado con un grupo, cosa que le puede brindar al individuo un estatus, pero además de eso pareciera que muchas modas están matizadas de varios significantes que se asocian directamente a ‘imágenes’ inconscientes que le son de una relevancia significativa  al sujeto, y es ahí donde se abre la pregunta de ¿por qué un sujeto escoge una moda y otro otra? Cada cual se adueña de aquello que siente que le pertenece, y si es algo que en un principio no le es suyo, lo toma para incorporarlo a sí mismo ya que de alguna manera lo necesita, no porque necesariamente le falte sino porque lo alimenta, lo desea.